Pailitas, Chimichagua y Curumaní fueron los destinos de
un intenso recorrido iniciado temprano en la mañana del miércoles y concluido
al finalizar la tarde, luego de un largo viaje por la Serranía del Perijá
compartido por estos tres municipios.
Los viajeros salieron a las 7:15 de la mañana del casco
urbano de Pailitas, empezando la segunda jornada de la Expedición, que los
llevó en primer lugar a la Vereda la Unión, donde pudieron observar cultivos de
caucho, teca, yuca, plátano y pancoger en general, favorecidos por la cercanía
de la Quebrada Arroyo Hondo, con un buen caudal y aguas de excelente calidad.
Luego se pasó por la Vereda El Terror, ahora llamada El
Refugio. Se cruzó el Puente del Terror, sobre la quebrada Arroyo Hondo,
mencionada anteriormente. Allí se observó la presencia de una escuela de
material y algunas viviendas en regular estado.
Se avanzó hasta llegar al corregimiento de Los Llanos, donde se encontró un “pueblo fantasma”,
abandonado desde hace más de una década a causa del conflicto armado que azotó
la región, el cual contaba en sus buenos tiempos con un centro de salud,
escuela y una sede del ICBF y negocios comerciales.
A pocos metros de allí, sin embargo, se encontraba un
colegio en buen estado, como lo eran las condiciones de los pobladores que se veían
en el lugar.
Se llegó luego a la Vereda los Higuerones, donde se
encontró un puente acabado de reconstruir, en buen estado. La quebrada, en esta
parte del recorrido, dejaba ver la existencia de fuentes hídricas maravillosas.
La mayoría de fincas en esta vereda contaba con gran extensión de pastos y una
excelente ganadería.
Pero
lo bueno no duró tanto…
La Expedición llega a la Y, que comunica a Palitas con la
Vereda Bobilandia, en Chimichagua.
Se pasa al filo de El Balón, Chimichagua, donde se
advierte la presencia de actores armados, por lo que la Expedición decide modificar
su recorrido y encaminarse a Curumaní.
De aquí en adelante, la carretera empieza a empeorar, en
muy mal estado, prácticamente sobre rocas, filtraciones, ondulaciones
peligrosas, huecos profundos y grietas como si se hubiera abierto la tierra, lo
que alguien definió, palabras más, palabras menos como “la mamá de todas las trochas”.
Este trayecto probó ser el más angustioso de los
recorridos hasta ahora en lo que va de la Expedición: una carretera
completamente intransitable para cualquier vehículo, en la que todos los
expedicionarios terminaron completamente maltratados después de 6 horas de
estar agarrados a las varillas de los carros para mantener el equilibrio.
Babilandia, Casa del Zing, en Chimichagua y Santa Rosa,
Morrocoya y Casa Blanca, veredas de Curumani, vieron pasar a los
expedicionarios llenos de polvo como si estuvieran de regreso de un carnaval
llenos de maizena.
Al llegar a la parte plana las cosas cambiaron a medida
que la carretera presentaba mejores condiciones. Se empezaron a ver cultivos
abundantes de papaya y palma de aceite en plena producción.
Casi a las 6 de la tarde, La Expedición arribó finalmente
al casco urbano de Curumaní, donde luego de un descanso rápido, organizó una
reunión para evaluar los resultados de esta segunda jornada y definir su agenda
para el día siguiente.
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